Parejas
La pareja es uno de las formas de relación humana más compleja y conflictiva. Formamos la pareja llenos/as de ideas preconcebidas, que nos han inculcado o hemos interiorizado viendo a nuestros padres/madres. Tenemos prejuicios acerca de cómo debe ser nuestra relación. Qué debemos esperar de alguien que nos quiere, cómo debemos comportarnos como mujer o como hombre, cómo se expresa el amor, qué significa compartir, cuanto y cómo debemos hacer el amor, si deberíamos compartirlo todo o no. Ni en la pareja ni en las personas existe una ley que determine lo que es mejor. Cada pareja debe decidir que es lo mejor para su relación y regirse por normas propias.
El mayor error de las creencias aprendidas es suponer que encontramos “la media naranja”, la otra mitad que va resolver nuestras carencias y esto es lo que pedimos, conscientemente o no, al “otro” El amor que se construye entre dos personas adultas, no entre mitades que se necesitan para sentirse completas, construirá una relación más satisfactoria y duradera. Si necesitamos a otra persona para poder vivir, la relación se convierte en dependencia del otro lo que nos impide elegir y, si no hay elección, tampoco hay amor de verdad.
El inicio de una pareja se caracteriza por emociones arrolladoras, ensueño, deseo de estar en permanente contacto con la pareja, miedo a no ser correspondido/a. Se conocen los respectivos pasados, las afinidades, proyectos, expectativas de futuro, deseos, intereses... Superada la relación pasional, si se ve posibilidades de futuro en común se evoluciona a un momento más sereno, de compromiso, acuerdo de estar juntos y se establecen las normas que se han de respetar, que se puede hacer de forma explícita o implícita. En definitiva, se construyen las bases que le darán soporte y le permitirán afrontar los desafíos que se les presenten.
La pasión del enamoramiento da paso a sentimientos más estables de amistad y cariño. Cada miembro de la pareja busca la forma de volverse más autónomo/a, a la vez que se mantienen unidos y comprometidos. La pareja evoluciona de estar centrado uno en el otro a abrirse al exterior (amigo/as, familiares, compañero/as, asociaciones, etc). Es una de las etapas conflictivas de la relación al mismo tiempo que la más saludable para un futuro satisfactorio.
Hay muchos acontecimientos que afectan a la pareja: muerte de familiares, cambios de trabajo, de vivienda, problemas económicos, decisión de tener o hijo/as o no, nacimiento o adopción de hijo/as o salida de los hijo/as del hogar familiar, etc. En estos acontecimientos cambian las prioridades y afloran a primer plano los conflictos que se mantenían ocultos. La pareja está en un proceso de evolución constante y adopta distintas formas a lo largo del tiempo.
La mayor parte de los problemas de pareja pertenecen a una o varias de las siguientes categorías:
- La propia evolución tanto de cada uno de sus componentes como de la pareja, que a veces se construye sobre la base de expectativas irreales
- Influencia de las respectivas familias de origen
- Lucha por el poder y el control
- Formas de resolver los conflictos
- Dificultad para comunicarse con claridad y escuchar al otro. Cuantas veces hablamos pero no escuchamos, porque ya hemos decidido que tenemos la razón
- Grado de apertura a otros vínculos (amigo/as; familiares; compañero/as de trabajo)
- Creencias trampa, del tipo: “si me quieres …
o
sabrás
lo que necesito o quiero sin que yo te lo diga
o
querrás
estar siempre conmigo y me incluirás en todas tus actividades
o querrás contentarme y hacer lo que te pido
Inicialmente, dos personas se sienten atraídas por las afinidades, pero para continuar juntas, en una relación satisfactoria, han de ser capaces de apreciar las diferencias que existen entre ellos. Muchas parejas temen darse cuenta de las diferencias porque lo consideran el principio de una crisis que puede llevar a la ruptura.
Cuando dos personas no saben cómo comunicar una insatisfacción o desacuerdo o, si al comunicarlo no se sienten entendidas, dejarán de hacerlo, pero no desaparece el malestar. La crisis aparece, entonces, como forma de comunicar el malestar y la frustración, al que ya hay que atender. La crisis puede tomar la forma de una infidelidad, de reproches constantes, de discusiones, de ataques indirectos, de distanciamiento. Esta situación crítica, si se afronta claramente y de forma constructiva, en su debido momento, puede suponer un paso hacia adelante en la relación afianzando la confianza, la complicidad, la cercanía y aprendiendo nuevas formas de comunicar y resolver los desacuerdos.
En futuras entradas del blog haré referencia
a situaciones específicas de pareja con mayores retos desde el inicio, por
ejemplo, aquellas que aportan hijos de anteriores uniones; la ruptura de la
pareja y cómo afecta a los hijos, etc.