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Eliminar los obstáculos del camino

Eliminar los obstáculos del camino
24/01/2020
admin

Una de las ideas que están en la base de la Terapia Gestalt y de mi concepción por ser humano es la creencia en su capacidad para crecer y desarrollarse y en la propensión innata a que eso suceda. Decía Karen Horney, psicóloga y psicoanalista alemana, que, si eliminamos los obstáculos, cualquier persona se desarrollará hasta convertirse en un adulto realizado "de la misma forma que una bellota se desarrollará para convertirse en roble". La bellota contiene la potencialidad de convertirse en roble, pero tiene que darse las condiciones adecuadas (tierra, humedad, luz solar, abono, etc.), si no es así, se quedará sin desarrollar.

De la misma forma podemos decir que las personas nacemos con unas potencialidades, que son nuestras y nos definen, que se desarrollarán o permanecerán latentes según el entorno en que nos desarrollemos y las experiencias vividas.

Este punto de vista es importante para mí como psicoterapeuta porque mi labor se reduce a eliminar los obstáculos para que cada persona se desarrolle en la dirección que decida. Cuando digo "se reduce a" no quiero decir que sea sencillo, porque hay cuestiones que hemos grabado a fuego durante nuestra vida. Muchas de ellas son limitadoras, castrantes y difícil de poner en cuestión porque están en la base de lo que somos o creemos que somos. Además, los cambios nos atraen pero también nos crean inseguridad, preferimos "lo malo conocido a lo bueno por conocer" y tendemos a hacer crónico el sufrimiento por miedo a lo que vendrá, que escapa a nuestro control.

Una de las primeras consecuencias de este planteamiento es intentar evitar los diagnósticos, excepto en personas seriamente dañadas, porque los considero contraproducentes. Para conocer a mi cliente de forma profunda no considero que lo adecuado sea parapetarme en una etiqueta, porque limita mi visión (veré de forma selectiva aquello que me permita confirmar el diagnóstico y pasaré por alto otras cosas) y dificulta mi relación con él como persona única y diferente, me limita a la hora de acercarme a su forma particular de ver el mundo. Si me rijo por criterios científicos y estrictamente objetivos, me pierdo la parte creativa, espontánea e incierta.

Hay otro motivo de mi puesta en cuestión de los diagnósticos y es que se basan en la parte "dañada" de la persona, en los aspectos que le impiden tener una vida satisfactoria y no en aquello que tiene de positivo, que es lo que le va a servir de apoyo para mejorar, salvar los obstáculos y vivir de forma más plena y creativa. Por añadidura, cuando una persona recibe un diagnóstico le cae como una losa y se convierte  en una cárcel de la que cree que no va a poder salir, además de encontrar una explicación y justificación a un modo de actuar que le legitima para seguir así ("me comporto así porque soy...").

No quiero decir con todo esto que un diagnóstico no sea útil, lo que quiero decir es que no es suficiente y nos puede impedir ver a una persona en su diferencia y su singularidad, en su forma particular de ver y de vivir las experiencias.

Para terminar quiero hacerlo con una cita de Irvin D. Yalom, psicoterapeuta y catedrático de psiquiatría en la Universidad de Stanford: "Un diagnóstico limita la visión; disminuye la habilidad de relacionarse con el otro como persona".


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