"Lo que más admiro de su arte es que usted no dice una palabra y sin embargo todo el mundo lo entiende" Einstein a Charles Chaplin
Con la palabra hablada transmitimos de forma directa y explícita lo que sabemos; a través de una metáfora (un cuento, un sueño, la identificación con un objeto, mímica, etc.) podemos acceder a algo diferente y más amplio, a la parte de la experiencia que no es posible transmitir con palabras.
Seguramente en alguna ocasión te habrás encontrado en un momento compartido por varias personas (un discurso, una película, una discusión, una reunión, un libro) y cuando habláis acerca de ello os parece haber estado en distintas situaciones.
Las personas comprendemos el mundo completando lo que percibimos del exterior con nuestras referencias internas. Necesitamos contrastar lo que viene de fuera con lo interno, y así saber si es conocido o desconocido, amigable o amenazable. Cuando escuchamos un relato vemos un objeto o imaginamos una fantasía aportamos la información que parece faltar para tener la sensación de que nos satisface la historia. No vemos ni escuchamos los significados sino que los aportamos.
Cuando algo no se puede decir con palabras recurrimos a la metáfora para comunicar y hacer entender nuestra experiencia, intentando provocar, con intuición o analogía, una resonancia en la persona que nos escucha. La intuición percibe detalles que no registra la consciencia. Sugiere a la inteligencia emocional soluciones que son más difíciles de descubrir a la inteligencia reflexiva; permite despertar nuevas imágenes, sonidos y sensaciones que amplían el mapa del mundo. En lenguaje de la metáfora abarca la emoción, el pensamiento y la acción. Por ejemplo: podemos intentar explicar de forma racional la diferencia entre compromiso e implicación o hacerlo usando la siguiente metáfora: "para hacer una tortilla de patata la gallina colabora y el cerdo se implica".
La metáfora promueve una experiencia sensorial, nuevas imágenes, voces, sensaciones que reorientan nuestra experiencia y, en definitiva, nuestro comportamiento.
Por otra parte la palabra está controlada, por eso en terapia introducimos elementos creativos que son mediadores para hacer emerger más información de lo que obtenemos a través de la palabra y llegar a un conocimiento más profundo de la persona con la que estamos.
Trabajamos los sueños, los cuentos, las figuras de plastilina, los dibujos, las fantasías, por poner algún ejemplo. Hay varias razones que hacen de la metáfora una forma de comunicación tan potente. Paso a indicar alguna de ellas:
- Es un material más atractivo, de forma que capta nuestro interés y mantiene la atención.
- Es flexible y permite extraer distinta información, distinto sentido.
- No suponen una amenaza, puesto que no aportan nada de forma expresa y directa que nos sintamos obligados a aceptar o rechazar.
- Cada persona es libre de sacar sus conclusiones. En distintos momentos vitales la misma metáfora nos aporta cosas diferentes.
- Nos impactan de forma más profunda.
- Nos conecta con soluciones que la inteligencia no comprende.
- Nos permite acceder a la experiencia subjetiva de una persona y conecta con la forma en que experimenta la realidad.
En la próxima entrada del blog (agosto 2020) incluiré dos o tres relatos cortos, como ejemplo de lo que intento transmitir en este artículo.