Cuando estamos bajos de ánimo empezamos a
pensar, o nos sugieren, si no tendremos depresión. El término depresión se usa
coloquialmente de forma rápida y generalizada. Está sobrevalorado el estado de
felicidad perpetua, la sociedad nos exige una apariencia de felicidad, cuando
lo sano es vivir los acontecimientos de forma natural: unos acontecimientos nos
provocan tristeza, enfado, ira, frustración, impotencia; otros felicidad, alegría,
empatía, satisfacción. Lo sano es reconocerlos, aceptarlos y vivirlos para
poder pasar a otra cosa. No se trata de aprender a sufrir sino de saber
expresarlo y no negarlo.
Aunque la tristeza es un componente primario
de la depresión, ni la tristeza, ni el duelo, ni la apatía son en si misma depresión,
aunque sí pueden derivar en ella si no nos ocupamos a tiempo de ellas.
La tristeza es un sentimiento natural ante una pérdida y nos informa de que lo perdido es importante para nosotros. Normalmente, la tristeza no nos impide continuar con nuestra vida. Si la tristeza se alarga en el tiempo se puede “enquistar” y es el momento de pedir apoyo terapéutico. La tristeza siempre está presente en la depresión, pero la tristeza no es depresión.
Las situaciones de pérdida provocan sentimientos de tristeza, pero la persona se recupera después de un tiempo, cuando su vida se va adaptando a la nueva situación. Podemos verlo como una dificultad para encontrar el ajuste a una nueva situación. La pérdida puede ser por la imposibilidad de realizar un deseo (por ejemplo, no poder tener hijos cuando es un deseo intenso de la mujer)
En los casos de pérdida de un ser querido, el duelo
es el proceso natural y sano para elaborar dicha pérdida. Existe un dolor
profundo y angustia por la incertidumbre ante la nueva situación. En los
duelos, también hay una profunda tristeza, pero al contrario que en la
depresión, no altera el sentido del valor de uno mismo. En este caso, la
tristeza tiene que ver con un entorno empobrecido.
El duelo es un proceso que incluye una primera fase de shock, seguida de la negación de lo que ha sucedido (dificultad para aceptar que la muerte es real). Se han de vivir y elaborar los sentimientos de rabia y tristeza antes de llegar a la aceptación de que la vida puede continuar sin la persona perdida.
La depresión
es un estado personal de sufrimiento intenso, tristeza, culpa, auto-reproches, desesperanza,
pesimismo, baja autoestima, impotencia, falta de energía e ilusión, incapacidad
para sentir placer, dificultad para concentrarse, alteraciones en el sueño y la
alimentación.
Las personas cercanas acaban por perder la paciencia y se alejan, al no comprender este estado de pesimismo y desesperanza, en el momento en que la persona deprimida más necesita una compañía empática. Una persona deprimida necesita expresar su desesperación y frustración de forma plena y abierta, y ser reconocida en ella, sin juicios ni búsqueda de explicaciones racionales, porque en muchos casos no las hay. Este es el paso previo a la búsqueda de acciones realistas. Buscar explicaciones y causas es una forma de enjuiciar si tiene sentido o no el estado depresivo y de mostrar decepción hacia la persona deprimida y esto aumenta la culpa y la vergüenza.
En casos que se valore su necesidad, la
medicación es útil para suprimir los síntomas de la depresión y la psicoterapia ayuda para reducir el
sufrimiento y su duración, evitando que se transforme en algo crónico o que se
aferre a una solución dañina, y para descubrir las vulnerabilidades que le
hayan llevado a esa situación. También
para descubrir recursos que pueda utilizar en futuras situaciones. El tratamiento
conjunto es el que ha mostrado mayores índices de recuperación
La Terapia Gestalt no es un modelo médico,
por eso no trata enfermedades, sino personas completas y únicas que encuentran
en la depresión su única forma de expresión. En la depresión hay una
intencionalidad, un deseo de comunicar algo cuando otras formas no han tenido
éxito o no han sido percibidas como posibles por la persona, quizá por un sentimiento
de impotencia, de incapacidad para impactar sobre algo/alguien externo. Nos
centramos en lo que hay, en cómo hoy se siente una persona y qué trata de
comunicar con ello, no en como “debería” sentirse o en cuanto tardará en sentirse
mejor, que es una forma de mostrarle que está lejos de donde “debería estar”.